Su no quiere ataduras. Ya las tuvo y le dejaron marca, tal vez demasiado profunda. Al llegar el verano, justo en la noche más mágica del año, San Juan, lo conoció. Tal vez por esto, o quizás por haber juntado sus cuerpos en un baile sexual bajo la luna en este mar nuestro, dejó que entrara en su vida, en su cuerpo, pero no en su alma.
Al otro ya lo conocía, pero fue una vez más, la noche, la fiesta y la playa lo que los unió, con él también físicamente, pero sobretodo emocionalmente.
El primero le despierta la vida en cada mirada, cada propuesta esta como hechizada en diversión, en no saber como acabará nada, pero teniendo la certeza de que acabará bien.
El otro es celoso, posesivo y a ella le encanta por eso mismo. Juega con él, le gusta que se enfade si queda con alguien que él no quiere. Le gusta saberse querida con tanta rabia.
Su es contradictoria, ying-yang , piensa. Pero se deja ser, sin juzgarse, sin preguntarse demasiado el porqué; solo fluye,en este mundo imaginado lleno de amor, de distintos tipos de amor.
Su se ve por encima de convencionalismos, juega en la superficie del abismo por saberse sabia, por haber bajado a los infiernos y salir indemne.
Ahora que el verano ha muerto, ella piensa que todo acabará repentinamente, como sacudida al despertar de un maravilloso sueño.
Pero lo cierto es que no le será tan fácil. En cualquier encuentro carnal das algo de tu alma. De uno lo necesita su cuerpo, del otro su posesión .
Ella se soñó libre, y voló. Ahora quiere regresar y volver a buscar el equilibrio, el amor y la paz en alguien que nunca la falle, en ella misma.
Y yo que la quiero y la admiro, esperaré que vuelva, y que de este apasionado aprendizaje extraiga lecciones de vida que ella sabrá aplicarlas a la suya.